La cadena de suministro es la piedra angular de la logística, por lo que también es donde más inciden factores externos como los cambios de comportamiento del consumidor, las subidas de precio del transporte o de la energía, e incluso los cambios legislativos en materia medioambiental, por poner solo algunos ejemplos. También es donde se perciben más los errores o ineficiencias internas.
Por ello, en los últimos tiempos la cadena de suministro ha sufrido cambios muy profundos, y se ha vuelto mucho más compleja debido sobre todo al auge del e-commerce y a la globalización. Las empresas deben gestionar ahora una cantidad ingente de referencias, a menudo de diferentes proveedores internacionales, y con unos tiempos de entrega mucho más reducidos, ya que el consumidor se ha acostumbrado a recibir su pedido en unos pocos días, y no en semanas o meses.
Hay que tener en cuenta que la cadena de suministro y la logística son diferentes: la cadena de suministro hace referencia al proceso completo, mientras que la logística solo se encarga de las fases de almacenamiento, transporte y distribución, ya sea en entrega inicial o en la devolución, lo que se conoce como logística inversa.
¿En qué consiste la cadena de suministro?
Como su nombre indica, consiste en la cadena que se establece entre diferentes empresas u operadores para suministrar un pedido a un cliente final. Incluye desde la petición inicial hasta que este ha sido entregado al cliente y cobrado, e incluso posibles devoluciones y reembolsos. Por lo tanto, una de las claves del buen funcionamiento de la cadena de suministro es la coordinación de todas las partes implicadas, como fabricación, distribución, almacenaje, punto de venta (online o físico) y transporte. En este punto, hoy en día es esencial contar con un SGA o software de gestión logística que se integre con los sistemas de las otras partes implicadas para que el flujo de información refleje con precisión en qué fase se encuentra el pedido.
A la cadena de suministro también se la denomina cadena de valor, ya que los productos incrementan su valor a medida que van avanzando por los eslabones de la cadena.
Hay diferentes tipos de cadena de suministro, aunque algunos, como la cadena tradicional, donde cada integrante trabajaba de forma autónoma, han caído en desuso por razones obvias. Con la creciente complejidad de la cadena de suministro actual, una cadena tradicional sería inviable si no es a escala pequeña y local.
Hoy en día lo más habitual es tener una cadena de suministro integrada, en la que todas las partes implicadas se coordinan y comparten información para llevar a cabo de la forma más eficiente posible y sin errores el proceso de suministro.
Tendencias en la cadena de suministro para el 2023
La cadena de suministro es un ecosistema que se ha vuelto muy complejo, y a la vez se ha visto afectado en los últimos tiempos por factores externos que lo han sometido a mucha presión, tanto a nivel de costes como de la propia capacidad para satisfacer la demanda de forma eficiente.
En la vertiente positiva, según los indicadores del Banco de la Reserva Federal de Nueva York se mantiene la tendencia a la descompresión de la cadena de suministro. El incremento de los tiempos de entrega del mercado surcoreano y chino y los retrasos en Europa y Asia siguen siendo factores de tensión a nivel global, pero parece que en el 2023 la cadena de suministro tenderá a normalizarse.
Sin embargo, todavía hay ciertos factores que pueden alterar este escenario optimista. En primer lugar, todavía no están claras las perspectivas económicas para el 2023. Muchos países aún no se han recuperado de la pandemia, y a la vez han entrado en juego otros factores políticos y sociales que pueden agravar la desaceleración económica actual. El endurecimiento de algunas normativas relacionadas con la importación y exportación y el aumento de la competencia son otros puntos a tener en cuenta.
Pero las empresas quieren estar preparadas. Según un reciente estudio de Capgemini, debido a las recientes experiencias en la cadena de suministro la prioridad de las empresas será invertir en tecnologías y en diversificación. Esto es debido a que el 89% de empresas considera que la interrupción de la cadena de suministro es el principal riesgo para el crecimiento, por delante del incremento de precios de las materias primas y de la crisis energética que está afectando especialmente a Europa, y que se mantendrá a lo largo del 2023.
Estas inversiones se concretarán principalmente en:
- Onshoring o near-shoring, es decir, contar con plantas de producción más cercanas, regionalizar las bases de proveedores y reducir la dependencia de una única zona geográfica.
- Inversión en tecnología que contribuya a reducir costes y tomar decisiones más rápidas: cloud, big data, business intelligence…; así como en ciberseguridad.
- Inversión en trabajo remoto y/o híbrido, sobre todo como medida de retención del talento.
Las inversiones en sostenibilidad también se incrementarán, pero en parte debido a que en el 2022 se han parado o reducido significativamente, y a que la normativa medioambiental se ha endurecido, sobre todo en Europa. Sin embargo, no está al mismo nivel de prioridad que las inversiones antes mencionadas.
En cualquier caso, el 2023 será un año clave para la cadena de suministro, ya que hay mucha incertidumbre y expectativa en cuanto a la evolución del contexto económico, político y social, que seguro que influirán en que estas inversiones se consoliden o bien se revisen las prioridades.